Cuando tú y yo vayamos
por el quiebre de la luna
y el rumor de olas,
la noche será musical a
nuestros oídos.
Tras la fogata de estrellas titilantes
las cuerdas de guitarra
temblarán en los labios
que saciados de sal
y humedecidos,
perpetuarán el deseo
de los huesos.
El lenguaje del universo
será eco entre las pieles,
hasta encallar
como un
barco en la orilla de lo prohibido
y copular
en el vértigo
oscilante de las caracolas.