Expláyate,
/
Libremente/,
en el sutil descanso de las planicies.
En la hondura de este cuerpo
(que lo pide
a gritos).
Deslízate sin piedad sobre mis senos
que a tu contacto
emergen,
suplican,
se entregan.
En la longitud de todas las extremidades,
en los dulces labios,
derrámate!
Haz un temblor de alcoba blanca con tu voz.
Despierta el infierno de las cúpulas silentes .
Seduce con tu instinto,
/Piel
a piel/
las caderas anhelantes de la noche.
Sumérgete allí,
en la convexidad que se sonroja
y derrama tu lujuria
entre mis piernas.